EL ÉXITO es inexorablemente sinfónico a la escuela de fracasos, si bien es cierto, entran inicialmente en una lucha de contrarios antagónica, pero al final adquieren un mecanismo dialéctico que permite la supremacía final del éxito en la línea histórica. No he conocido historias de éxito que no hayan pasado arremetidas tormentosas, de hecho mientras más pedregoso suele ser el tránsito ascendente mayor es la cosecha floreciente de éxitos en la cumbre. Aprendamos de los fracasos, gocémonos las tormentas, porque aquello que NO NOS RETA, NO NOS CAMBIA.